Aunque ya estamos acostumbrados -quizás habituados- a oír hablar de Transformación Digital (también denominada DX), darle una definición concreta y eficaz no es nada fácil. Muchos piensan inmediatamente en Silicon Valley, en los grandes gigantes tecnológicos, en inversiones de seis cifras: realidades lejanas e inalcanzables con lo que realmente supone este cambio.
Esta es probablemente una de las razones por las que solo el 30% de las organizaciones que participan a nivel mundial en acciones de transformación digital están satisfechas con los resultados obtenidos. Son datos recopilados por los informes McKinsey & Company y confirmados por un reciente artículo publicado por Forbes: la clave no está en centrarse en proyectos de estilo misión-imposible, sino en poner en marcha iniciativas bien planificadas y orientadas a objetivos concretos, tangibles y medibles. y alcanzables.
Sin embargo, una definición es esencial para entender qué beneficios puede aportar realmente la transformación digital, en cualquier empresa, de cualquier tamaño y en cualquier sector.
¿Qué es la transformación digital y cuál es su importancia?
Aunque la comunidad científica y los profesionales aún no se hayan puesto de acuerdo en una definición unánime, podemos entender la transformación digital como un camino en el que las herramientas y tecnologías digitales se aplican al trabajo cotidiano para emprender un proceso de cambio que afecta a todas las dimensiones de la creación de valor de cualquier empresa (en la producción, la distribución, la comercial, la organizativa, los RRHH, etc.).
Todo esto tiene importantes repercusiones en el funcionamiento de las empresas (tanto públicas como privadas), en la forma de organizar el trabajo, en la cultura empresarial y en las personas: no se trata sólo de adoptar nuevas tecnologías o herramientas inteligentes, es necesario implicar a toda la empresa y sus activos, tanto materiales como inmateriales.
¿Cuáles son (realmente) los pilares de la transformación digital?
Centrarse exclusivamente en la tecnología puede ser contraproducente, arriesgado e incluso peligroso. Si nos enfocamos únicamente en la tecnología, corremos el riesgo de ignorar otros aspectos importantes que afectan a nuestra eficiencia y competitividad. Además, si utilizamos la tecnología sin tener en cuenta los problemas fundamentales, podemos desaprovechar oportunidades digitales que mejoren nuestra posición en el mercado.
Este concepto fue bien retratado por George F. Westermann, investigador y profesor de la Sloan School of Management del MIT, en su libro más famoso, «Leading Digital: Turning Technology Into Business Transformation».
- «Cuando el proceso de transformación digital se hace correctamente, es como cuando una oruga se convierte en mariposa, pero cuando se hace mal lo único que tienes es una oruga muy rápida».
Photo credits © Linkedin. La transformación digital según George F Westermann, pionero en el estudio de la DX.
Transformar su empresa en un negocio digital debe ser como una metamorfosis, como dice Westermann: como la oruga que, a través de una serie de cambios morfológicos, se convierte primero en crisálida y luego en una hermosa mariposa. Es el hambre de aire lo que recuerda a la oruga que ha llegado el momento de crecer y mudar de piel.
Lo mismo debe ocurrir dentro de la organización empresarial: cuando las personas invierten en la renovación de los procesos, la cultura y la formación digital y comprenden que el valor real son los datos – y no la tecnología-, es necesaria la metamorfosis de empresa «tradicional» a empresa (verdaderamente) digital.
Todo esto guiado por la gestión del cambio para que las personas comprendan los beneficios de dicho proceso de cambio y superen la resistencia que le es inherente.
Por dónde empezar para tener éxito con el proceso de transformación digital en mi empresa
Un artículo publicado en Cio.com analizaba varios casos de éxito (y fracaso) a lo largo de 10 años de Transformación Digital. Aunque se reiteraba el hecho de que cada experiencia de cambio es absolutamente única, surgió un esquema común: las empresas que alcanzan sus objetivos y obtienen resultados superiores a sus expectativas iniciales, son las que han implementado iniciativas planificadas y dirigidas a enfoques con objetivos concretos.
En definitiva, transformar no significa cambiar todo inmediatamente, sino que hay que centrarse en áreas claramente definidas. Se trata de la calidad del cambio más que de la cantidad y de no cambiar por cambiar; analizar en qué áreas se es más débil y empezar por ahí. Una vez medidos los beneficios, los proyectos iniciados pueden extenderse a toda la organización.
Transformación o evolución: disfrutar del viaje, sin pensar en el destino
Como también se puso de manifiesto en un reciente seminario sobre la transformación digital titulado «De la evolución a la revolución: los impactos de la transformación digital que aún no hemos visto», la transformación digital puede abordarse por dos razones:
- Hacer mejor lo que se hacía antes: por ejemplo, eficiencia de procesos y reducción de costes.
- Hacer algo nuevo: por ejemplo, un nuevo modelo de negocio, el desarrollo de nuevos productos o servicios y un rediseño de la experiencia del cliente.
Tanto en el primer caso como en el segundo nunca hay un punto final, sólo pasos intermedios. Para ser una empresa digital de éxito, es necesario transformarse continuamente. La tecnología está en constante evolución y debe actuar como catalizador para las empresas, especialmente porque el mercado cambia continuamente y presenta nuevos desafíos y oportunidades.
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